Perdón por la tardanza pero después de Granada me tome un “año
sabático” visitando un precioso pueblo, pero antes conozcamos mi historia, la historia
de un rumano en Graná.
Todo comenzó cuando un compañero de case me hablo de unos cursos de inglés que se realizan por diferentes ciudades de España. Me llamo la atención porque en ciertas zonas de este extenso país no han llegado los rumanos, lo que significaba que en dichas zonas el cobre estaba intacto (hmmmmm cooobreeeee *-*). Lo de menos eran los créditos y el inglés.
Me apunte a estos cursos como es de esperar. Llego el día de elegir destino. Por fechas solo podía elegir tres destinos Barcelona, Valencia y Granada. Entonces empecé a descartar destinos.
Valencia debido a que en esta zona los cables están marcados con un tipio de liquido transparente que solo se ve con luz ultravioleta. Si entras en contacto con este líquido es difícil limpiarte porque perdura meses y además al ser transparente mucha gente no se percata de que están manchados. Esto es una medida de seguridad de la Comunidad Valenciana por los infinitos robos del alumbrado público.
Descarte Barcelona por el alto número de compatriotas (no queda cobre) y por el despiadado mafioso Cabeza de Cerdo y sus secuaces. Por lo que nos queda Granada territorio desconocido para los rumanos, o eso pensaba yo.
Mi viaje a Granada fue muy largo 11 horas de autobús en las que no paso nada. Al llegar a la estación de Graná y bajarme del bus quise volver a Zaragoza. Toda la estación estaba llena de unos seres odiosos, asquerosos, feos, inmundos, vamos que estaba llena de gitanos. Mis planes dieron un giro radical, en vez de robar iba a ser robado, pero era demasiado tarde para echarme atrás ya estaba allí así que agarre la maleta con todas mis fuerzas y salí corriendo de la estación.
Llegue al hotel muy bonito, mucho cobre eso empezaba a gustarme, pero no todo iba a ser estupendo. Me percate de que mi compañero de habitación soltaba mucha pluma, y perdía aceite. Temía por mi culo en las noches calurosas de granada. Solo podía hacer una cosa dormir con el culo pegado a la pared.
Mis primeros días fue una toma de contacto con el alumbrado público todo esto disfrazado en visitas turísticas por la ciudad. Mientras el resto del grupo admiraba edificios yo admiraba farolas llenas de cables. No había tanto cobre como yo me espera debido a identifique a unos cuantos compatriotas, pero iba a ser un buen botín.
Pasaron los días, los sacos se llenaban y amigos hacia. Pero llego el último día y mi contacto tenía que aparecer. El contacto era Loquillo que también iba a participar en el cursillo, pero él lo hacía para aprender inglés. Ese día fue de verdad el día que visite la ciudad me di cuenta de que era una ciudad preciosa.
De vuelta a Zaragoza tuve problemas en Madrid unos aguafiestas interceptaron mis sacos de cobre y me dijeron que debía tomarme un año sabático visitando un precioso pueblo llamado Zuera.
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